Ahora que tenemos una idea clara de lo que son los celos y la envidia, y de las consecuencias que pueden tener, necesitamos examinar las maneras prácticas de eliminar el problema de nuestras vidas.
Si usted ha descubierto que su vida está siendo afectada por este pecado, siga estos pasos hoy.
Primero, debe reconocer que hay envidia y celos en su vida. Con honestidad, no permita que emponzoñen su mente.
Segundo, admita que está en desacuerdo con Dios. Éste es un paso importante, ya que evitará que considere a la envidia y a los celos como conductas “normales” o “aceptables”.
Tercero, dé gracias a Dios por lo que Él está haciendo en la vida de la otra persona. Quizás esté efectuando una gran obra en ella. ¡Alabe a Dios por eso!
Cuarto, haga algo bueno por esa persona. Esto podrá parecerle imposible, pero el hacer una buena obra, comenzará a ponerle fin a los sentimientos negativos que tenga.
Quinto, pídale al Señor que le muestre cómo ve Él a esa persona. Éste es un paso muy útil, ya que nos hace mirar más allá de nuestra perspectiva, para ver a la otra persona como valiosa para Dios.
Sexto, enfoque de nuevo su atención en lo que Dios está haciendo en su propia vida. Sus planes para usted son tan grandes y tan importantes, como los planes que Él tiene para la persona objeto de sus celos.
Hay un paso más que usted debe dar: adopte la mentalidad del Salmo 37.4. Si usted se deleita en Dios y confía en que Él le bendecirá de acuerdo con su voluntad, ya no experimentará celos o envidia en su vida, porque una gran satisfacción reemplazarán esos viejos sentimientos.
DIOS TE BENDIGA.
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